
El acceso a los medicamentos es parte fundamental de toda política farmacéutica y, por ende, uno de los pilares fundamentales de las políticas de salud pública.
Sin embargo, América Latina es una de las regiones en las que adquirir medicamentos, sobre todo los de alto costo, se ha convertido en una problemática cada vez más compleja.
Aunque este es un problema que afecta a gran parte del mundo, el sur del continente americano es uno de los territorios que tiene mayores limitaciones para tratar enfermedades debido a los altos costos y al poco acceso que tienen las personas y las entidades.
Este fenómeno tiene un asunto particular y característico; por un lado quienes pagan los seguros y generan el dinero para los medicamentos no son ni quienes los recetan, que en este caso se puede hablar de los médicos, ni quienes los consumen, es decir, no todo el que paga por estos fármacos se beneficia de ellos.
Por otro lado, la investigación es propiedad de las industrias, y las patentes son la manera de recuperar el dinero que invierten para el descubrimiento de estos hallazgos. Esto hace que los monopolios y oligopolios sean los únicos poseedores de la información y, por ende, los precios caros se ponen a la orden del día.
¿Cuánto cuesta descubrir una molécula que salvará vidas?
Según estimaciones presentadas en 2018 por el investigador Thomas Pipo Briant, experto en la materia, se cree que este tipo de hallazgos empiezan en los 100 millones de dólares hasta los 4.200 millones.
Pero los datos demuestran que la ganancia para los laboratorios supera la inversión con creces. Esto es lo que causa que cada vez más los medicamentos sean inaccesibles, las investigaciones más complejas y el tratamiento de enfermedades sea un proceso lento y a veces infructífero.
Además de este contexto, el acceso a que los productos farmacéuticos también se ve limitado y necesariamente enfrentado a crecientes dificultades y retos, entre los que se encuentran los reducidos niveles de cobertura y fragilidad financiera de los sistemas de salud, las limitaciones de las redes de distribución de medicamentos y los problemas generales de acceso a los servicios sanitarios de una gran parte de la población. Esta situación es especialmente grave en el caso de los medicamentos de alto costo debido, en parte y principalmente, al innovador de derechos exclusivos temporales amparados en el sistema de patentes y que están concebidos como vehículo para el estímulo de la innovación.
También es cierto que la falta de transparencia de los mercados y las asimetrías de información constituyen otros de los mayores retos a los que hay que enfrentarse para lograr crear condiciones que faciliten la sistematización, incorporación y mejora en el acceso de nuevas tecnologías en los sistemas nacionales de salud de forma planificada y coherente con las necesidades sanitarias reales y basadas en evidencia.
Es necesario tener en cuenta que la mayoría de casos de personas fallecidas en América Latina no es por enfermedades de alta gravedad o imposibles de tratar, sino porque hay sociedades en los que no se ha considerado la importancia de solucionar este problema tan delicado para la humanidad.
Pero ¿cuál es la solución?
Sin duda esta es una pregunta que, prácticamente a diario, se formulan los expertos e investigadores. El continente está sumido en falta de innovación y en la necesidad de tener mayores presupuestos para la investigación.
Estos dos factores son los que, para muchos, están causando que la industria farmacéutica no avance y se encuentre limitada, más que en otros países y continentes.
Formar y apoyar más de cerca a la industria farmacéutica es una de las claves que llevaría a superar este inconveniente, sobre todo en países que carecen de evolución e investigación y que se ven atrasados en materia de medicamentos.
Otro pilar importante es que los medicamentos biológicos son más costosos y complejos en materia de creación que los plásticos. Esto se debe porque es más difícil determinar su formación molecular y el número de átomos que los conforman. Por ellos los conocedores sugieren que la opción más cercana es la de optar por biosimilares.
Estas son básicamente copias de los medicamentos que no son idénticos a los originales y producen resultados, prácticamente, iguales y son más económicos debido a que no requieren de un excesivo número de pruebas para ser desarrollados.